¡Corten!

En uno de los rodajes, me tocaba una escena de acción: en una pelea tenía que inmovilizar a un personaje sujetándolo por la espalda y ponerle una navaja en el cuello. En la primera toma decidí pasar el arma lo más lejos posible del gaznate de mi compañero, la seguridad lo primero, ya corregiríamos los movimientos, si esto fuera necesario, más adelante.

Pasemos a la acción: saco la navaja, le sujeto, rodeo su cuello con la mano que sostiene el arma, haciendo un movimiento demasiado amplio, que acaba clavando la navaja en mi otra mano; comienzo a sangrar y en ese momento escucho la palabra mágica: “¡CORTEN!” ¿Corten? ¿Más? Yo creo que ya he cortado suficiente, mi mano también lo cree.

Mis compañeros están preocupados por la herida. Les aclaro que no hay ningún problema y comienzan las bromas: “Cuidado, soy un vampiro, y la sangre… Esta escena está costando SANGRE, sudor y lágrimas…”.

Pasado un tiempo la herida cerró, se rodaron las escenas y todo salió bien.